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Tierras de la Carpetania

Los carpetanos formarían parte del grupo indoeuropeo o «protocéltico». Las raíces de la formación de este pueblo se sumergen en la cultura de Cogotas I, que representa la Edad del Bronce final en una extensa área peninsular entre la que se encuentra la zona donde habitaron los carpetanos, a partir del siglo IV a. C., los carpetanos recibieron influencias culturales de las zonas pobladas por los íberos situadas al sur de su territorio, adoptando mejoras tecnológicas tales como el torno de alfarero, la molienda de cereales, el horno de tiro variable o la siderurgia; innovaciones que conllevarían una mayor especialización social y acentuarían la jerarquización preexistente.
Los asentamientos en llano se solían situar cercanos al agua (arroyos o ríos) disponiendo de un buen acceso a pastos y tierras de cultivo. Estos poblamientos no estaban amurallados y contaban con una amplia superficie.

Los asentamientos en alto, por su parte, buscaban aprovechar las ventajas de lugares elevados así como una economía de construcción que permitiese contar con un baluarte defensivo con el menor esfuerzo posible; todo ello en la proximidad de algún manantial que proporcionase el suministro de agua, Una interesante característica observada en los asentamientos carpetanos es que no obedecían a un criterio de jerarquización o influencia entre unos asentamientos y otros, sino que parece que mantuvieron unas relaciones de igualdad entre ellos, dándose más bien relaciones de algún tipo de asociación entre los poblados en llano y un equivalente en alto; algo que se ha interpretado como que los segundos eran una adaptación defensiva de los primeros54 con el fin de protegerse de las incursiones de pueblos vecinos como lusitanos y celtíberos.

Los carpetanos se organizaron de una manera descentralizada sobre la base de polis (ciudades estado) al igual que la generalidad del mundo antiguo o ámbitos comarcales de varias poblaciones vecinas.
La base de la sociedad carpetana la constituía la familia nuclear (padres e hijos). Sobre este soporte, se daban las Gentilidades, habituales en los pueblos indoeuropeos y de las que las carpetanas se cuentan entre las más meridionales atestiguadas epigraficamente. Estas gentilidades se estructuraban sobre el fundamento de un parentesco consanguineo entre descendientes de un mismo antepasado común, generalmente mitificado, que daba nombre a este grupo suprafamiliar. Eran unidades organizativas que contaban con un reducido número de miembros siendo de carácter restringido y cerrado y actuando dentro de unos límites territoriales definidos. El gobierno de las ciudades correría a cargo de una asamblea de la ciudad y un grupo de magistrados.
Durante el periodo previo al ataque cartaginés, el crecimiento demográfico y económico conllevó la aparición de unas élites documentadas en los estudios de las necrópolis y cuyos poderes serían inestables necesitando ser defendidos y negociados dentro de sus comunidades. Este proceso se acentuó en los tiempos convulsos que significaron el ataque cartaginés y la conquista romana, periodo este último en el que aparecieron líderes como Hilerno quien capitaneó la coalición de pueblos célticos con los que primeramente se enfrentaron los Romanos al inicio de la conquista de Carpetania, o Thurro que aglutinaría a los últimos carpetanos resistentes a Roma y con el que acordaría Graco el tratado de Amicitia que integró a Capetania en la Hispania romana.
La economía se basada en la agricultura fue su actividad fundamental, siendo más importante entre ellos que entre otros pueblos de la meseta. Su explotación principal fue el cereal, para el que la cebada y el trigo representan la mayor parte de los restos encontrados: el trigo se empleaba para la fabricación de pan y la cebada para la elaboración de tortas, la fabricación de cerveza y la alimentación de los animales de tiro.
Aparte de estos cultivos, como elemento recolectado del bosque mediterráneo, se empleó abundantemente la bellota, tanto para la fabricación de harina como para su consumo como fruto.

En cuanto a la ganadería, los estudios arqueológicos indican que la principal cabaña la formaban los ovicápridos, seguidos de los bóvidos, que se usarían como animales de tiro, y en menor proporción otros animales como el cerdo y los equinos. El consumo de carne se complementaría con la caza obtenida del bosque mediterráneo, ya que es habitual encontrar también restos de ciervo, liebre y conejos. Las actividades de artesanía de los carpetanos se solían llevar a cabo en áreas apartadas y específicas de sus poblaciones. La cerámica se fabricaba mayoritariamente a torno en las poblaciones mayores, que eran las que contaban con alfares, manteniéndose de manera marginal la fabricación manual en las vasijas destinadas para cocinar y en los grandes recipientes. En cuanto a la metalurgia, se producían en hierro las herramientas, armas y elementos tales como clavos o arandelas, mientras que para los elementos decorativos como las fíbulas, se utilizaba mayoritariamente el bronce. Las actividad textil, asumida por las mujeres carpetanas, es atestiguada por los abundantes restos de pesas de telar o pesas de husos, desconociéndose el tipo de los telares aunque se supone que eran verticales. Los carpetanos también participaban del comercio a través de las rutas que recorrían su región articuladas sobre los vados del Tajo, en especial el de Toledo.
En el lenguaje hablado los carpetanos debieron utilizar alguna variante del idioma hablado por los celtíberos, situándose entre éstos —cuya lengua sería un dialecto celta de tipo arcaico— y los vetones, incluidos dentro del área del idioma lusitano al que se considera una lengua indoeuropea precéltica.
La cultura material estaba representada por cerámicas, fíbulas y orfebrería aparte de otros clásicos como la Pátera de Titulcia o El Relieve de Illescas.

En la religión los carpetanos, debido a su origen, debieron tener unas creencias religiosas similares a las atestiguadas en la zona céltica de la península ibérica, con unas características tales como:

La existencia de una “Diosa Madre” que personificaría la naturaleza y la fecundidad estando relacionada con las fuentes, el suelo donde surge la vegetación y todo lo relacionado con la vida.
Un “Dios Supremo” que acompañaría a la “Diosa Madre” y gobernaría la armonía y el caos del universo poseyendo un marcado talante guerrero.

Un destacado papel de los árboles y bosques como lugares donde habitarían los dioses y la existencia de santuarios a cielo abierto donde éstos serían adorados.

Un culto a diversos dioses como Epona -que sería la protectora de los caballos-; Ataecina -diosa tutelar que suministraría bienes terrenales-; Airón -una deidad asociada las fuentes y surgencias de aguas- o Astarté -una diosa de origen fenicio atestiguada en zonas con amplio contacto con el sur peninsular.

En la población toledana de Mezquitilla se ha atestiguado una inscripción consagrada a una divinidad céltica denominada "Bandua" de la cual se desconocen sus características.

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