Tras
el debilitamiento del dominio godo en el año 711 la Carpetania pasará
de estar reconocida como tal con capital y dominio en Toledo por el
reino visigodo a Taifa de Toledo, también con epicentro en la ciudad
toledana.
La entrada de los musulmanes en la península se produjo
con el desembarco en Gibraltar (Yebel Tárik), el 27 de abril de 711, de
Táriq Ibn Ziyad lugarteniente del gobernador de Tánger
(Musa ibn Nusair), liderando un ejército de 9.000 hombres. Poco
después, el 19 de julio, los visigodos fueron derrotados y su rey
Rodrigo murió en la Batalla de Guadalete. La ocupación del sur
peninsular con la implantación masiva de poblaciones norteafricanas se
produjo rápidamente. La presencia de los Omeyas al norte del Sistema
Central era sin embargo prácticamente anecdótica, limitándose a
guarniciones desde las que profundizar sus incursiones militares o
razzias. Estos nuevos pobladores serían bereberes o amazighs musulmanes
mientras que los pocos árabes ocuparían el poder de nuestra tierra sin
por ello eliminar a la población autóctona que hasta ese momento poblaba
la Carpetania, Taifa que se independizaba dentro del Califato a
comienzos del S. XI. Ismail al-Zafir fue el primer monarca de este
linaje hasta 1043, luchando contra los cordobeses para mantener la
independencia.
En el fin del dominio musulmán:
Al-Qádir en
el 1075, se consideró lo suficientemente fuerte en sus dominios de
Toledo-Córdoba-Valencia como para prescindir del castellano y expulsó de
Toledo a los partidarios de la colaboración-sumisión con los
cristianos; pero estos provocaron una revuelta en Valencia, que se
declaró independiente bajo el mando de Abd al-Aziz, y Toledo, sin el
apoyo de Castilla, perdió las tierras cordobesas en 1077, así como las
provincias del sur de la región, y vio atacado su territorio por
al-Mutawakkil de la taifa de Badajoz. Al-Qádir se vio, pues, forzado a
pedir nuevamente la ayuda castellana y con ella se enajenó el apoyo de
una gran parte de la población: por un lado estaban los musulmanes, que
eran partidarios de una ruptura de la alianza con Castilla, y un
acercamiento a los otros reinos musulmanes, y por otro, los mozárabes y
judíos, partidarios de la alianza con Castilla e, incluso de la anexión.
Ante este acuerdo, los toledanos opuestos a la colaboración
Alfonso-Al-Qádir (los musulmanes) solicitaron el apoyo de Al-Muqtadir de
Zaragoza, Al-Mutamid de Sevilla y Al-Mutawakkil de Badajoz; mientras
otra parte de la población, cansada de las continuas guerras (mozárabes y
judíos), aceptaba la entrega de Toledo a Alfonso VI, siempre que este
simulara tomarla por la fuerza, para evitar que los toledanos fueran
acusados de traicionar la causa musulmana, conscientes de la pérdida de
prestigio que supondría para el Islam la cesión de Toledo.
El
cerco de la ciudad no impidió a Alfonso VI atacar las taifas de
Zaragoza, Valencia y Sevilla, y el 6 de mayo de 1085, después de cuatro
años de «asedio», Toledo se rendía pacíficamente, tras obtener garantías
los musulmanes de que se respetarían sus personas y bienes y de que se
les permitiría seguir en posesión de la mezquita mayor. Por su parte,
los toledanos se comprometían a abandonar las fortalezas y el alcázar.
El dominio cristiano comienza el 25 de mayo de 1085, Alfonso VI de León
y Castilla entró en la ciudad. En aquel momento, el reino de León y
Castilla, considerado el heredero del reino visigodo de Toledo, tenía la
intención de recuperar para sí la capital del antiguo reino visigodo.
La conquista de la ciudad de Toledo dio pie a la inversión de fuerzas
entre cristianos y musulmanes en la península, lo que llevaría
finalmente a la conquista almorávide de las taifas tras solicitar estas
su intervención como último recurso ante el poderío cristiano.
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