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El Duende del Retiro y El Grifo

Cuando el parque del Retiro fue construido en el siglo XVII, comenzó a contarse una historia muy bella. Se dice que los jardines del Retiro son el refugio de un duende benigno, que se muestra ante las parejas de verdaderos enamorados y hace florecer los jardines durante el otoño.

Cuando Felipe V asume el trono en el siglo XVIII, eran reconocidos sus paseos por estos jardines, un sitio que al parecer le era muy confortable. Y no es para menos cuando cada vez que acudía a dar su recorrido, las flores que acompañaban el camino eran totalmente diferentes. Esto llamaba poderosamente la atención a los jardineros del lugar pues ellos no las estaban plantando así que era casi imposible que a cada paseo del Rey, las flores fuesen diferentes.

Su actuación más curiosa fue la de adornar con pétalos de flores el paseo principal de El Retiro el día que llegó a Madrid el rey Felipe V.

Por eso se ha comentado que era frecuente ver un ser pequeño con rostro grotesco y cada vez que se hacía visible para los demás, las flores cambiaban.

Claro que cada vez que trataban de atraparle, desaparecía misteriosamente entre la maleza y jamás pudo ser capturado.
Cuenta la historia -narrada por López de Hoyos en 1569-, que al derribar la muralla de Puerta Cerrada se encontró una piedra con un dragón grabado aunque hay autores que matizan que el del escudo no era un dragón sino un grifo (medio cuerpo de águila, y la mitad de inferior de león).

Dió pie esta imagen a leyendas sobre el origen de Madrid que pusieron de moda el grifo entre la heráldica de la época y casi 300 años más tarde ese grifo paso a formar parte del escudo de la Villa de Madrid.
El animal fantástico llego incluso a acompañar a la diosa Cibeles. De su boca salía agua para que los madrileños pudiesen llenar sus cántaros.

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